La historia del Vino de Oporto es también la historia del Duero y de su gente. En las laderas empinadas que siguen el curso del río, entre terrazas y viñedos centenarios, nació uno de los vinos más emblemáticos del mundo, símbolo de la identidad y la cultura portuguesa. Desde la Edad Media, la conexión entre el valle del Duero, Vila Nova de Gaia y Oporto fue esencial para el desarrollo del comercio y la economía regional. El vino, transportado río abajo en embarcaciones típicas, se convirtió en uno de los productos más valiosos de Portugal y en un puente entre el interior duriense y las rutas marítimas europeas. Gaia se consolidó como centro de almacenamiento y comercio, mientras que Oporto se convirtió en un importante consumidor y distribuidor de los vinos procedentes de “riba Douro”.
Fue en el siglo XVII cuando el vino del Duero alcanzó fama internacional. Para soportar los largos viajes hasta Inglaterra, los productores comenzaron a fortificarlo con aguardiente vínico, preservando su dulzura y carácter. Así nació el estilo generoso e inconfundible del Vino de Oporto. A partir de 1678 aparecen los primeros registros aduaneros que lo mencionan con ese nombre, marcando el inicio de su reconocimiento mundial. El Tratado de Methuen, firmado en 1703 entre Portugal e Inglaterra, impulsó decisivamente su comercio: los vinos portugueses gozaban de aranceles reducidos al entrar en Inglaterra, mientras que los tejidos británicos se beneficiaban de ventajas fiscales en Portugal. Este acuerdo consolidó la presencia británica en el Duero y convirtió al Vino de Oporto en una de las principales exportaciones del país.
El éxito, sin embargo, trajo consigo abusos. Vinos de diferentes regiones se vendían como “Oporto”, lo que dañó su reputación. Para proteger su autenticidad, el Marqués de Pombal creó en 1756 la Compañía General de Agricultura de las Viñas del Alto Duero, estableciendo así la primera región vinícola demarcada y regulada del mundo. A partir de entonces, solo los vinos procedentes del Duero podían llevar el nombre de Oporto. Este sistema sirvió de ejemplo para futuras denominaciones de origen en Europa.
Durante el siglo XIX, el Vino de Oporto siguió siendo una de las principales exportaciones portuguesas, aunque la región sufrió la devastadora plaga de la filoxera, que destruyó miles de viñas. La recuperación llegó con la introducción de vides americanas resistentes, lo que permitió replantar la región y expandirse hacia el Duero Superior. En el siglo XX, nuevas instituciones como la Casa do Douro y el Instituto del Vino de Oporto garantizaron la calidad del producto. Con la llegada de la democracia y la entrada de Portugal en la Unión Europea, el sector se modernizó y el Duero se abrió al turismo y a nuevos mercados. En 2001, el Alto Duero Vinhateiro fue reconocido por la UNESCO como Patrimonio Mundial.
Hoy, el Vino de Oporto es un icono global, símbolo de tradición, autenticidad y excelencia. Cada botella cuenta la historia de generaciones que moldearon el paisaje y convirtieron el vino en un legado que trasciende el tiempo.
